sábado, 6 de julio de 2013

Historias de perros


Ocurrió así: Esperaba el metro en el andén, cerca de las diez de la mañana. Al lado, un chico de unos 17 años, rubio delgado, pelilargo, con chaquetón oscuro y portando una caja de plástico como esas que usan los artesanos también aguardaba. De pronto apareció un vigilante de seguridad azul que lo conminó a subir. El chico se resistió y se apegó a la pared, mientras el otro pedía refuerzos; otro guardia bajó corriendo las escaleras como si se tratara de un operativo y luego otro hablando por walkie talkie.

Al ver este desigual forcejeo tuve una especie deja vu  e imaginé lo que vendría: golpes, gritos, chico lesionado. Entonces me aproximé y sintiéndome protegida por mi abrigo Loden Haus verde dije con voz de autoridad: ”¿Qué pasa? Soy periodista y necesito saber por qué lo llevan detenido?”. Hubo un breve silencio y caras de sorpresa.-

-          - ¡Me dijo aweonao, respondió el primer guardia, y se pasó saltando el torniquete sin pagar!-. .
-          -  Es que le pedí que me dejara pasar porque no me alcanzaba la plata para el boleto. Le expliqué que tengo seis cachorritos esperando que les vaya a dar de comer y tengo que llegar a mi casa, pero no me escuchó.. No entiendo tanta incomprensión!-¿Cómo podís ser tan inhumano!- replicó el trasgresor.
-          - ¡Pero yo no lo puedo dejar pasar, tiene que pagar su pasaje. Vamos pa arriba no más!-. insistió el de seguridad y ayudado por los refuerzos intentó llevarlo.
-          - ¡Sácame, puh; pégame!-  gritó  el chico temblando no sé, si de ira o de miedo, mientras los otros guardias trataban de sujetarlo.

-          Sentí que la situación se estaba pareciendo a una pelea de perros, donde el más chico enseña los dientes a sabiendas de que va perder y los más grandes no responderán a ningún disuasivo hasta lograr darle un escarmiento. Entonces me interpuse entre ambos diciéndole al chico: ¡Basta, cálmate, vamos a pagar! Lo agarré del brazo y lo arrastré hasta la boletería diciéndole a los guardias que había que dialogar y buscar soluciones, que a golpes no llegamos a ninguna parte, que yo me hacía cargo, que ya bastaba de tonteras, porque los perritos estaban esperando…..

-          Cargamos la tarjeta de estudiante y bajamos corriendo justo para alcanzar el tren. El chico pidió que lo perdonara, que atropellaron a su perrita, la madre de los cachorros, y que estaba tratando de sacarlos adelante. Que se quedó sin plata, que le dio rabia, que nunca le había pasado algo así ….

-          Le dije que con la pura rabia no se puede llegar a ninguna parte, menos en este país donde la ira se está acumulando peligrosamente, que debe aprender a convivir. Y me sentí como mi madre o como cualquier madre que debe mediar a menudo con los conatos de los hijos.

-          Pensé en el rol atávico de las mujeres en tiempos de enfrentamientos y guerra y recordé a Teresa Valdés- que por entonces era una de las líderes del movimiento  “Mujeres por la Vida”- parada en medio de una cancha en La Bandera, cuando vino el Papa Juan Pablo II a Chile, en 1986. Parada y con los brazos abiertos gritando ¡“No tiren piedras”! mientras otras mujeres nos sumábamos haciendo un potente coro y formando una barrera entre esos manifestantes rabiosos y el resto de la gente que esperaba el inicio del acto, dispuestas a recibir los peñascazos, que afortunadamente no nos llegaron….

-          Pensé en las alcaldesas Errázuriz y Toha tratando de dialogar con los alumnos en toma  de colegios y vi en contraste a otras mujeres avivando la cueca de la violencia. Me dije entonces que no la cosa no va necesariamente por el hecho de llevar faldas o pantalones. Que los atributos de género masculino femenino no se explican solamente por el sexo (mire usted el ejército de las Amazonas; las damas de hierro; las vociferantes, las implacables).


-          Vuelvo a verme en la despedida con el chico, que ya no tiembla y que me agradece haberlo “salvado”. No alcanzo a responder que también tuve miedo y que el mío fue un reflejo ético-estético, porque las golpes me resultan intolerables y los enfrentamientos desiguales también. 

jueves, 27 de junio de 2013

DIAS DE BICICLETA




Pasadas las seis de la tarde del lunes tomé un taxi en  Tobalaba con Príncipe de Gales para poder acortar el tiempo de llegada a La Reina, donde me esperaban para tomar once.  

El chofer del taxi paró un poco más adentro de lo permitido en el espacio destinado al paso de peatones, en el semáforo. Un ciclista que venía por la vereda contraria le dio un topón y dijo algo que no escuché, porque lo tapó el ruido del golpe. El conductor masculló algo que tampoco entendí , pero como el semáforo ya había cambiado de luz partimos en la dirección que le había dado.

El hombre buscó calles paralelas y se fue conejeando para evitar el taco entre Echeñique y Vicente Pérez Rosales. Unos 50 metros antes de llegar a mi destino, oh sorpresa, divisó al ciclista quien con su casco blanco y su chaqueta con tiras reflectantes se proponía entrar a una de las comunidades Castillo-Velasco que abundan en el sector. Entonces paró y se bajó del taxi  dejando el motor en marcha  y el taxímetro corriendo.

Sin entender bien todavía lo que ocurría, bajé el vidrio del auto y escuché  un diálogo más o menos así: ¿Qué te pasó cabro: por qué me golpeaste el auto? ¿No te dai cuenta que es mi fuente de trabajo? ¡Mi¿ra el abollón que me dejaste!

Sin decir palabra, el interpelado siguió  en plan de entrar al condominio. Apestado por la indiferencia de su interlocutor ( más bien creo que se debe haber asustado) el  taxista insistió en pedir una respuesta poniendo su mano sobre el hombro del ciclista. Entonces éste se dio vuelta y le dijo a su interlocutor ¿Me estai siguiendo; me estai amenazando?

Les juro que se veían como dos gallos de pelea acercando las cabezas antes de iniciar el combate...Entonces pensé que habría golpes y que el ciclista iba a sacar la peor parte ... aunque, a falta de contundencia  física contaba con un buen Ipod , así es que retrocediendo interpeló al chofer a estas alturas verdaderamente enojado:  ¡Te voy a sacar una foto, me estás amenazando!!  gritaba, mientras el otro avanzaba  hacia él.

En vista de que ninguno de los dos estaba dispuesto a reconocer su error me bajé del taxi y le pedí al conductor que terminara el recorrido y que respetara mis derechos de cliente (no se me ocurrió otra cosa; fuerza física para separarlos - llegado el caso- no tengo), cosa que hizo de inmediato pidiendo disculpas: "Perdone señora , pero usted vio lo que me hizo. Yo no tengo nada contra los ciclistas y se que es difícil la situación , porque faltan vías ... pero que no se la tomen con uno . Si al final pa nosotros también es complicado andarlos esquivando cuando andamos buscando pasajeros!"

Recordé un percance que sufrió Pancho Figueroa el día en que debíamos juntarnos para una entrevista, en abril , cuando un ciclista furioso lo acorraló contra una pared y lo levantó en vilo, culpándolo de haberse cruzado de manera imprevista en la ciclovía ... Y también me vino a la memoria una columna de Juan Pablo Garnham ("No necesitamos más furiosos") publicada en la revista Qué Pasa del 19  mayo, que me interpretó plenamente .

También pensé en la cantidad de veces que que he tenido que dar un salto al costado cuando un o una ciclista han pasado raudos por mi lado mientras camino por la vereda; la cantidad de veces que me he contenido para no insultarlos/as , porque  estoy a  favor de las bicicletas y me encantaría vivir en una ciudad como Amsterdam o Curitiba.... 

Como en verdad estamos lejos de eso, simplemente quisiera apelar al sentido básico del pedaleo en buena. Un amigo bonaerense me decía que para él andar en bicicleta era parte de la vida  (de hecho, lo conozco hace 30 años y lo he visto más tiempo arriba de ese vehículo que de su auto todo terreno, que usa los fines de semana para salir de la ciudad) . En los años 80 recorríamos Corrientes en bici buscando las librerías donde podíamos encontrar los libros que en nuestros respectivos países no circulaban libremente; la última vez que nos encontramos- a fines del año pasado- llegó en bicicleta  a una gigantesca manifestación a favor a de la nueva Ley de Medios.. . La dejó amarrada en pleno centro y al cabo de unas horas la recuperó tal cual, cosa que me llamó la atención porque la cantidad de gente  en la calle era impresionante.

En el parque Bustamante suelo ver decenas de ciclistas yendo y viniendo de norte a sur y viceversa. Ellos circulan por su pista, los corredores por la suya y los peatones en la vereda estrecha o a campo traviesa. Hasta los perros tienen claro cual es u espacio, aunque algún  díscolo de repente se dedica a ladrar a los que van pedaleando. También he visto una circulación más o menos fluida por la vía que va a continuación de Santa Isabel. O sea, si hay buena pista hay buen funcionamiento.

Se que acá hay gente como Eduardo, para quienes el auto no es una opción feliz (por elección propia y no por falta de medios). Pero hay otros apurados, enfurecidos, impacientes , atolondrados . Y también quienes por ahorrar en transporte deben enfrentar peligros tales como automovilistas o choferes de micro abusivos; ciclovías escasas o inadecuadas; perros que los persiguen y muchos otros obstáculos que permitirían entender la rabia. 

Dudo que alguna vez tengamos en Santiago la imagen de postal de la capital holandesa (de partida tendríamos que tener canales y menos gente circulando ); o que veamos nuestras calles como las de Beijing , cuando recién se estaba abriendo a la economía capitalista (ahora dicen que las bicicletas han sido reemplazadas por motos) .Tal vez  también habría que partir por elevar el nivel de tolerancia en muchos otros aspectos; por abolir el discurso odioso que tanto abunda; por cambiar la práctica de la vigilancia por la del entendimiento en confianza; por validar de una vez la bicicleta como un medio de transporte y no un hobby de fin de semana .. Por abrir nuevas vías; por difundir más las existentes o probables; por instalar más y mejores estacionamientos de bicicletas (también en los edificios); por buscar diseños fabulosos para los cascos de protección (aunque he visto algunos muy ingeniosos, como uno que simulaba un gorro vikingo con trenzas y todo; o el que portaba una esplendorosa cabellera estilo mohicano). 

Así al menos podríamos evitar el negro futuro de una ciudad que se ve cada día más colapsada.