jueves, 27 de junio de 2013

DIAS DE BICICLETA




Pasadas las seis de la tarde del lunes tomé un taxi en  Tobalaba con Príncipe de Gales para poder acortar el tiempo de llegada a La Reina, donde me esperaban para tomar once.  

El chofer del taxi paró un poco más adentro de lo permitido en el espacio destinado al paso de peatones, en el semáforo. Un ciclista que venía por la vereda contraria le dio un topón y dijo algo que no escuché, porque lo tapó el ruido del golpe. El conductor masculló algo que tampoco entendí , pero como el semáforo ya había cambiado de luz partimos en la dirección que le había dado.

El hombre buscó calles paralelas y se fue conejeando para evitar el taco entre Echeñique y Vicente Pérez Rosales. Unos 50 metros antes de llegar a mi destino, oh sorpresa, divisó al ciclista quien con su casco blanco y su chaqueta con tiras reflectantes se proponía entrar a una de las comunidades Castillo-Velasco que abundan en el sector. Entonces paró y se bajó del taxi  dejando el motor en marcha  y el taxímetro corriendo.

Sin entender bien todavía lo que ocurría, bajé el vidrio del auto y escuché  un diálogo más o menos así: ¿Qué te pasó cabro: por qué me golpeaste el auto? ¿No te dai cuenta que es mi fuente de trabajo? ¡Mi¿ra el abollón que me dejaste!

Sin decir palabra, el interpelado siguió  en plan de entrar al condominio. Apestado por la indiferencia de su interlocutor ( más bien creo que se debe haber asustado) el  taxista insistió en pedir una respuesta poniendo su mano sobre el hombro del ciclista. Entonces éste se dio vuelta y le dijo a su interlocutor ¿Me estai siguiendo; me estai amenazando?

Les juro que se veían como dos gallos de pelea acercando las cabezas antes de iniciar el combate...Entonces pensé que habría golpes y que el ciclista iba a sacar la peor parte ... aunque, a falta de contundencia  física contaba con un buen Ipod , así es que retrocediendo interpeló al chofer a estas alturas verdaderamente enojado:  ¡Te voy a sacar una foto, me estás amenazando!!  gritaba, mientras el otro avanzaba  hacia él.

En vista de que ninguno de los dos estaba dispuesto a reconocer su error me bajé del taxi y le pedí al conductor que terminara el recorrido y que respetara mis derechos de cliente (no se me ocurrió otra cosa; fuerza física para separarlos - llegado el caso- no tengo), cosa que hizo de inmediato pidiendo disculpas: "Perdone señora , pero usted vio lo que me hizo. Yo no tengo nada contra los ciclistas y se que es difícil la situación , porque faltan vías ... pero que no se la tomen con uno . Si al final pa nosotros también es complicado andarlos esquivando cuando andamos buscando pasajeros!"

Recordé un percance que sufrió Pancho Figueroa el día en que debíamos juntarnos para una entrevista, en abril , cuando un ciclista furioso lo acorraló contra una pared y lo levantó en vilo, culpándolo de haberse cruzado de manera imprevista en la ciclovía ... Y también me vino a la memoria una columna de Juan Pablo Garnham ("No necesitamos más furiosos") publicada en la revista Qué Pasa del 19  mayo, que me interpretó plenamente .

También pensé en la cantidad de veces que que he tenido que dar un salto al costado cuando un o una ciclista han pasado raudos por mi lado mientras camino por la vereda; la cantidad de veces que me he contenido para no insultarlos/as , porque  estoy a  favor de las bicicletas y me encantaría vivir en una ciudad como Amsterdam o Curitiba.... 

Como en verdad estamos lejos de eso, simplemente quisiera apelar al sentido básico del pedaleo en buena. Un amigo bonaerense me decía que para él andar en bicicleta era parte de la vida  (de hecho, lo conozco hace 30 años y lo he visto más tiempo arriba de ese vehículo que de su auto todo terreno, que usa los fines de semana para salir de la ciudad) . En los años 80 recorríamos Corrientes en bici buscando las librerías donde podíamos encontrar los libros que en nuestros respectivos países no circulaban libremente; la última vez que nos encontramos- a fines del año pasado- llegó en bicicleta  a una gigantesca manifestación a favor a de la nueva Ley de Medios.. . La dejó amarrada en pleno centro y al cabo de unas horas la recuperó tal cual, cosa que me llamó la atención porque la cantidad de gente  en la calle era impresionante.

En el parque Bustamante suelo ver decenas de ciclistas yendo y viniendo de norte a sur y viceversa. Ellos circulan por su pista, los corredores por la suya y los peatones en la vereda estrecha o a campo traviesa. Hasta los perros tienen claro cual es u espacio, aunque algún  díscolo de repente se dedica a ladrar a los que van pedaleando. También he visto una circulación más o menos fluida por la vía que va a continuación de Santa Isabel. O sea, si hay buena pista hay buen funcionamiento.

Se que acá hay gente como Eduardo, para quienes el auto no es una opción feliz (por elección propia y no por falta de medios). Pero hay otros apurados, enfurecidos, impacientes , atolondrados . Y también quienes por ahorrar en transporte deben enfrentar peligros tales como automovilistas o choferes de micro abusivos; ciclovías escasas o inadecuadas; perros que los persiguen y muchos otros obstáculos que permitirían entender la rabia. 

Dudo que alguna vez tengamos en Santiago la imagen de postal de la capital holandesa (de partida tendríamos que tener canales y menos gente circulando ); o que veamos nuestras calles como las de Beijing , cuando recién se estaba abriendo a la economía capitalista (ahora dicen que las bicicletas han sido reemplazadas por motos) .Tal vez  también habría que partir por elevar el nivel de tolerancia en muchos otros aspectos; por abolir el discurso odioso que tanto abunda; por cambiar la práctica de la vigilancia por la del entendimiento en confianza; por validar de una vez la bicicleta como un medio de transporte y no un hobby de fin de semana .. Por abrir nuevas vías; por difundir más las existentes o probables; por instalar más y mejores estacionamientos de bicicletas (también en los edificios); por buscar diseños fabulosos para los cascos de protección (aunque he visto algunos muy ingeniosos, como uno que simulaba un gorro vikingo con trenzas y todo; o el que portaba una esplendorosa cabellera estilo mohicano). 

Así al menos podríamos evitar el negro futuro de una ciudad que se ve cada día más colapsada.